Por Marco A. Rodríguez Valadez
El desarrollo de la música afrocaribeña, con sus diversas formas y manifestaciones a lo largo de todo el continente americano, ha tenido un arraigo esencialmente popular a lo largo de su centenaria historia. Nacidas y cultivadas dentro de la fiesta y el ritual pagano, dentro del contexto de una sociedad históricamente colonial, las músicas afrocaribeñas (así, diversas e inabarcables en su pluralidad) comparten una estructura danzaría que les es constitutiva. No obstante su otrora marginalidad social e incluso su abierta persecución, fue hasta el siglo XX, con la incorporación de diversos elementos técnicos y ya en el contexto cultural de un espacio social descolonizado, que estas manifestaciones populares tomaron los escenarios de América Latina, pasando a ser abiertamente el lenguaje musical y parte esencial de la identidad en la que se reconocen sus pueblos.
Aparejado a este fenómeno cultural encontramos en lo musical el desarrollo de patrones rítmicos que hoy por hoy componen esa identidad musical popular a la que hacemos referencia, siendo su centro de gravitación (aunque no su único espacio de producción, cultivo y creación) el Caribe, encontrando una inagotable fecundidad en Cuba. Muestra de ello es la maternidad que detenta “La Isla” de ritmos como el Danzón: fruto criollo con herencia colonial y pulso africano. El Son: innegable matriz, reconocida o no, de la música popular bailable de mayor presencia en el continente americano durante la segunda mitad del siglo XX y aun en este siglo XXI, me refiero por supuesto a la Salsa. El Changüí: hermano del Son, igualmente oriental, igualmente longevo y aun más campesino. El Mambo: género rey de la orquestación y los metales; y su encantador hijo, el Cha cha chá.
En esta línea que corre desde el Son, alimentándose de cada uno de los ritmos mencionados, encontramos finalmente a la Timba cubana: la más plástica, técnicamente exigente e interesante manera que ha encontrando el Son cubano de expresarse a través de las nuevas generaciones. Entre los elementos que componen la Timba encontramos ya una influencia de la música anglosajona: el Funk, el Jazz y la energía e incluso irreverencia del Rock; pero todos ellos asimilados dentro de un proceso que se resiste a la subordinación, busca siempre su propio camino y respeta por encima de todo la raíz de su tradición afrocubana.
Por otra parte, trascendiendo a los espacios de la música instrumental y ganando crédito entre el gusto del público culto, los ritmos populares también han sido un campo fecundo de creación y experimentación a través del Jazz latino y el Jazz afrocubano, mostrando la versatilidad y doble compromiso de los músicos latinoamericanos que lo cultivan: su interés por seguir avanzando en la exploración, experimentación y desarrollo de competencias técnicas, estéticas y musicales al tiempo que derivan, aplican y se mantienen fieles con el desarrollo de una música comprometida con su pueblo y público bailadores.
Del Son a la Timba es un programa musical que tiene como objetivo presentar en cada emisión este mosaico de ritmos de una manera seria y documentada, sin perder por ello la empatía, alegría y amenidad para el escucha, tratando de este modo compartir el disfrute e interés por una música hecha para el oído y corazón de la gente. Con ello el programa se suma a los esfuerzos por reducir la brecha entre la enorme y vital producción de la música cubana (y la música afrocaribeña en general) y su aun marginal difusión; lejos de tantos vicios en los que se cae al presentar en los medios este amplio espectro de ritmos y géneros: la trivialidad de los espacio masivos, el desdén de los espacio de la alta cultura, el romanticismo folclorista de los espacios de difusión cultural, etc.
Así, de la mano de su conductor José Olguín, entre invitados, amigos, colaboradores y la atención, interés y fidelidad de sus radioescuchas, las emisiones de Del Son a la Timba corren, como su nombre lo índica, desde el Son, pasan por el Jazz, sin mayores controversias pero sin desgastados lugares comunes comparten la Salsa y, finalmente, dan espacio y difusión a la más vital e interesante manera de hacer música popular bailable en la actualidad: la Timba.
Del Son a la Timba es un programa hecho para la gente, para los bailadores de Salsa, Casino y Son y/o los más exigentes melómanos o el público que simplemente busca pasar un momento agradable y gozoso cautivo de un mosaico fascinante de música cubana, afrocubana, afrocaribeña… en fin, latinoamericana.